Desafía la gravedad:
Sigue adelante con fe
Al seguir adelante,
puedes mantenerte en posición vertical aun cuando las fuerzas externas procuren
hacerte caer.
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Ilustración por Julia
Yellow.
Tuve mi primera
bicicleta cuando tenía ocho años. Con la ayuda de mi hermano mayor y de mi
padre, comencé el proceso un tanto aterrador de aprender a andar en ella. Los
otros niños del vecindario lo hacían parecer tan fácil y natural al andar
velozmente de acá para allá en las suyas. Me subí al asiento —que parecía estar
por lo menos a tres metros del suelo— y me di cuenta de que no había
absolutamente nada que evitara que me cayera y comprobara que la ley de
gravedad era real.
Al tratar de andar,
aprendí rápidamente que, si quería mantener el equilibrio, tenía que seguir
pedaleando. Cuando me subí por primera vez, lo que menos quería hacer era
agregar velocidad a la ya sobrecogedora tarea; pero rápidamente entendí la
sabiduría de seguir hacia adelante y la ley física que abarcaba. En tanto que
siguiera pedaleando, podría mantenerme en posición vertical y evitar caer al áspero
concreto que me rasparía la piel de los brazos y las piernas. Al poco tiempo,
andaba pedaleando velozmente por todo el vecindario con mis amigas.
Al igual que los que siguen
pedaleando en la bicicleta pueden mantenerse en posición vertical a pesar de la
fuerza de la gravedad, los que son guiados por el Santo Espíritu en todo lo que
hacen pueden resistir la influencia del adversario.
Lo mismo se aplica a
vivir el Evangelio y las normas de Para
la Fortaleza de la Juventud. Se requiere fe para creer que si
constantemente seguimos el consejo de la Primera Presidencia tal como se
detalla en ese librito, nuestra vida estará equilibrada y será estable, y seremos
guiados adonde queremos
Ir.
Es necesario que
sigamos avanzando para evitar caer. Para lograrlo, debemos hacer ciertas cosas
de manera fiel y constante:
Orar por la mañana y
por la noche.
Estudiar las Escrituras
a diario.
Asistir a las reuniones
de la Iglesia y participar dignamente de la Santa Cena.
Prestar servicio a los
que nos rodean
Ser dignos de asistir
al templo.
Todas estas cosas hacen
que sigamos avanzando en la dirección correcta.
Es por eso que leer las
normas que se describen en Para
la Fortaleza de la Juventud y estar familiarizados con ellas
servirá para asegurar que estemos tomando decisiones que vayan de acuerdo con
las normas de Dios. El vivir esos principios y guardar los mandamientos invitan
al Espíritu Santo a ser nuestro compañero constante. Al igual que los que
siguen pedaleando en la bicicleta pueden mantenerse en posición vertical a
pesar de la fuerza de la gravedad, los que son guiados por el Santo Espíritu en
todo lo que hacen pueden resistir la influencia del adversario.
¿A dónde quieres llegar
a medida que pedaleas hacia adelante? Para todos los jóvenes del Sacerdocio
Aarónico, el prepararse ahora para servir en una misión de tiempo completo es
importante para el crecimiento espiritual. Para todos los jóvenes y jovencitas,
el estar preparado para ir al templo y recibir la investidura y hacer y guardar
convenios sagrados también debe ser una meta primordial.
Como dice el mensaje de
la Primera Presidencia al principio de Para la Fortaleza de la Juventud: “En todo lo que hagan,
mantengan su mira en el templo. En el templo recibirán las más grandes de todas
las bendiciones del Señor, incluso el matrimonio por el tiempo de esta vida y
por toda la eternidad. Es posible que el recibir el convenio del matrimonio
eterno en la casa del Señor, y llegar a ser esposos, esposas, padres y madres
justos parezcan estar sumamente distantes, pero el momento de empezar a
prepararse es ahora. Todas esas cosas llevan al destino más glorioso y
espectacular de todos: la vida eterna con nuestro Padre Celestial.
Uno de mis pasajes
favoritos de las Escrituras resume lo que tenemos que hacer a fin de seguir
avanzando hacia nuestras metas: “Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza
en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos
los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de
Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la
vida eterna” (2 Nefi
31:20).
Así como cuando era una
niña de ocho años aprendí que necesitaba seguir pedaleando y avanzando a fin de
desafiar la gravedad y mantener el equilibro en la bicicleta, es importante que
todos sigamos avanzando hacia adelante con fe, confiando en el consejo de los
profetas vivientes y de un amoroso Padre Celestial para evitar caer. Algunos de
nuestros destinos están a una corta distancia, mientras que otros tomarán toda
una vida de vivir rectamente para alcanzarlos. Las promesas de lo que nos
espera al final del camino, si somos fieles, son ciertas y gloriosas, y bien
valen la pena.
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