jueves, 31 de julio de 2014

¿Es suficiente si tan sólo creo que la Iglesia es verdadera?

Jeffrey R. Holland
Los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles son testigos especiales de Jesucristo.





La creencia es siempre el primer paso hacia saber algo.
Aférrense al conocimiento que ya tienen y manténganse firmes hasta que reciban más conocimiento.
Jesucristo mismo dijo: “No temas, cree solamente” (véase Marcos 5:36).

Ustedes tienen más fe de la que se imaginan.

Por qué el matrimonio es algo maravilloso

Nos encanta estar casados, y éstas son las razones por que.


Después de salir juntos por primera vez, los dos sabíamos que queríamos volver a salir juntos. Ben quería hacerlo porque Rachel era amigable y muy simpática; y Rachel quería hacerlo porque Ben era un caballero y seguía sonriendo aun después de que todos sus bien formulados planes se vinieron abajo. Después de salir juntos por segunda vez, y muchas otras veces, así como después de muchas oraciones, nos enamoramos y decidimos casarnos en el Templo de Sacramento, California.
El día de la boda fue absolutamente perfecto, y desde entonces nos ha encantado estar casados. Tal vez el mundo vea el matrimonio en forma diferente, pero nosotros sabemos que ninguna otra relación puede “aportar tanto gozo, generar tanto bien ni producir tanto refinamiento personal”. El matrimonio es maravilloso, y éstas son las razones:
El matrimonio vale la pena
“Es tan gratificante estar casado. El matrimonio es maravilloso. Con el tiempo se empieza a pensar igual y a tener las mismas ideas e impresiones. Hay momentos en que se es sumamente feliz y hay también momentos de pruebas y momentos de sufrimiento; pero el Señor los guía a lo largo de esas experiencias juntos”.
Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Las bendiciones eternas del matrimonio”,Liahona, mayo de 2011, pág. 96.
De Ben: Compañera de equipo
Durante mi misión en Brasil, el fútbol llegó a gustarme mucho. Una de las cosas que más me gustan de ese deporte es tener compañeros y aprender a trabajar juntos en equipo. Rachel es una compañera de equipo fantástica; me ayuda a lograr mis metas, tomamos decisiones importantes juntos y siempre está allí para apoyarme cuando enfrento dificultades.
Cuando nos sellamos en el templo, nos prometimos, “como compañeros iguales… [ayudarnos] el uno al otro”. Rachel y yo nos esforzamos por apoyarnos mutuamente en todo lo que hacemos, y es hermoso saber que siempre cuento con una compañera de confianza.
De Rachel: Expresiones de amor
Reconozcámoslo, chicas (y muchachos), es agradable saber que alguien nos ama; y cuando uno se casa, ¡tenemos oportunidades de dar y de recibir amor todos los días! Cuando hablaba con mis padres sobre la posibilidad de casarme con Ben, mi papá dijo: “Sea con quien sea que decidas casarte, quiero que él te exprese su amor frecuente y sinceramente, como el élder Richard G. Scott lo hacía con la esposa”. Le hice caso a mi padre.
Decidí casarme con Ben, y él siempre se ha esforzado por expresarme su amor en maneras pequeñas y grandes. En mi último año de universidad, trabajé arduamente durante meses con el fin de prepararme, solicitar y conseguir una entrevista para realizar mis prácticas en una prestigiosa compañía. Cuando por fin me enteré de que me habían dado el trabajo, llegué a casa y vi un florero lleno de flores de parte de mi esposo. Él sabía lo mucho que me había afanado y lo importante que era ese trabajo para mí. Otras veces, esconde mi bebida favorita en el refrigerador junto con una notita de amor antes de irse a pasar un fin de semana de campamento con los Boy Scouts; y todos los días lava los platos y me hace reír. Ben es muy bueno en cuanto a expresarme su amor y eso nos trae gran felicidad a los dos.
De Ben: Se disfruta más


El salir con Rachel es muy divertido; de hecho, como matrimonio todavía nos aseguramos de salir con frecuencia. Después de que nos conocimos por primera vez, descubrimos que nos gustan muchas de las mismas actividades: caminar por el parque, ir al teatro, ver eventos deportivos, comer comidas nuevas y diferentes, escuchar música y mucho más. Me gustaba hacer esas cosas antes de conocerla, pero son más divertidas ahora que las hacemos juntos. Cuando uno está casado, tiene a alguien con quien disfrutar de la vida y eso la hace maravillosa.
De Rachel: Un compañero de misión eterno
Antes de conocer a Ben, yo estaba por cumplir la edad para prestar servicio misional y había considerado seriamente servir en una misión de tiempo completo; pero después él llegó a mi vida y supe que el Padre Celestial tenía un plan diferente para mí.
Cuando nos comprometimos, algunos familiares que estaban enterados de mi idea de servir en una misión me preguntaron sobre mi decisión y les decía: “Decidí que yo misma quería elegir a mi compañero de misión… ¡y quedarme con él eternamente!”.
Cuando uno se casa, los cónyuges tienen la oportunidad de participar juntos en la obra de salvación. Ben y yo hemos encontrado gran felicidad en edificar un hogar centrado en Cristo, estudiar y poner en práctica juntos el Evangelio, prestar servicio en la Iglesia e invitar a otras personas a venir a Cristo. A medida que trabajamos juntos para edificar el reino de Dios, nos acercamos más el uno al otro, nuestro amor se hace más profundo y la vida es más gratificante.
¡Créannos!
Diga lo que diga el mundo, el matrimonio es maravilloso y vale la pena darle prioridad. Cuando uno se casa, tiene un compañero de equipo, da y recibe amor, disfruta más plenamente de la vida y tiene a alguien con quien edificar el reino de Dios. Todo eso nos brinda mucho gozo y, por estar sellados en el templo, ¡podemos tener ese gozo para siempre! Si guardamos los convenios que hemos hecho, estaremos juntos por la eternidad y recibiremos las bendiciones supremas del sacerdocio. Nosotros hemos “encontrado en [el] matrimonio la más completa realización de la existencia humana”.
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Ideas para meditar el domingo
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Lo que podrías hacer
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Habla con algunos amigos de la meta de casarte y tener una familia, y explícales por qué tienes esa meta.

En la Iglesia, comparte los motivos por los cuales tienes la esperanza de casarte y tener una familia, y la forma en que estás preparándote para ello.

Desafía la gravedad: Sigue adelante con fe

Desafía la gravedad: Sigue adelante con fe
Al seguir adelante, puedes mantenerte en posición vertical aun cuando las fuerzas externas procuren hacerte caer.


Ilustración por Julia Yellow.
Tuve mi primera bicicleta cuando tenía ocho años. Con la ayuda de mi hermano mayor y de mi padre, comencé el proceso un tanto aterrador de aprender a andar en ella. Los otros niños del vecindario lo hacían parecer tan fácil y natural al andar velozmente de acá para allá en las suyas. Me subí al asiento —que parecía estar por lo menos a tres metros del suelo— y me di cuenta de que no había absolutamente nada que evitara que me cayera y comprobara que la ley de gravedad era real.
Al tratar de andar, aprendí rápidamente que, si quería mantener el equilibrio, tenía que seguir pedaleando. Cuando me subí por primera vez, lo que menos quería hacer era agregar velocidad a la ya sobrecogedora tarea; pero rápidamente entendí la sabiduría de seguir hacia adelante y la ley física que abarcaba. En tanto que siguiera pedaleando, podría mantenerme en posición vertical y evitar caer al áspero concreto que me rasparía la piel de los brazos y las piernas. Al poco tiempo, andaba pedaleando velozmente por todo el vecindario con mis amigas.
Al igual que los que siguen pedaleando en la bicicleta pueden mantenerse en posición vertical a pesar de la fuerza de la gravedad, los que son guiados por el Santo Espíritu en todo lo que hacen pueden resistir la influencia del adversario.
Lo mismo se aplica a vivir el Evangelio y las normas de Para la Fortaleza de la Juventud. Se requiere fe para creer que si constantemente seguimos el consejo de la Primera Presidencia tal como se detalla en ese librito, nuestra vida estará equilibrada y será estable, y seremos guiados adonde queremos
Ir.
Es necesario que sigamos avanzando para evitar caer. Para lograrlo, debemos hacer ciertas cosas de manera fiel y constante:
Orar por la mañana y por la noche.
Estudiar las Escrituras a diario.
Asistir a las reuniones de la Iglesia y participar dignamente de la Santa Cena.
Prestar servicio a los que nos rodean
Ser dignos de asistir al templo.
Todas estas cosas hacen que sigamos avanzando en la dirección correcta.
Es por eso que leer las normas que se describen en Para la Fortaleza de la Juventud y estar familiarizados con ellas servirá para asegurar que estemos tomando decisiones que vayan de acuerdo con las normas de Dios. El vivir esos principios y guardar los mandamientos invitan al Espíritu Santo a ser nuestro compañero constante. Al igual que los que siguen pedaleando en la bicicleta pueden mantenerse en posición vertical a pesar de la fuerza de la gravedad, los que son guiados por el Santo Espíritu en todo lo que hacen pueden resistir la influencia del adversario.
¿A dónde quieres llegar a medida que pedaleas hacia adelante? Para todos los jóvenes del Sacerdocio Aarónico, el prepararse ahora para servir en una misión de tiempo completo es importante para el crecimiento espiritual. Para todos los jóvenes y jovencitas, el estar preparado para ir al templo y recibir la investidura y hacer y guardar convenios sagrados también debe ser una meta primordial.
Como dice el mensaje de la Primera Presidencia al principio de Para la Fortaleza de la Juventud: “En todo lo que hagan, mantengan su mira en el templo. En el templo recibirán las más grandes de todas las bendiciones del Señor, incluso el matrimonio por el tiempo de esta vida y por toda la eternidad. Es posible que el recibir el convenio del matrimonio eterno en la casa del Señor, y llegar a ser esposos, esposas, padres y madres justos parezcan estar sumamente distantes, pero el momento de empezar a prepararse es ahora. Todas esas cosas llevan al destino más glorioso y espectacular de todos: la vida eterna con nuestro Padre Celestial.
Uno de mis pasajes favoritos de las Escrituras resume lo que tenemos que hacer a fin de seguir avanzando hacia nuestras metas: “Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna” (2 Nefi 31:20).

Así como cuando era una niña de ocho años aprendí que necesitaba seguir pedaleando y avanzando a fin de desafiar la gravedad y mantener el equilibro en la bicicleta, es importante que todos sigamos avanzando hacia adelante con fe, confiando en el consejo de los profetas vivientes y de un amoroso Padre Celestial para evitar caer. Algunos de nuestros destinos están a una corta distancia, mientras que otros tomarán toda una vida de vivir rectamente para alcanzarlos. Las promesas de lo que nos espera al final del camino, si somos fieles, son ciertas y gloriosas, y bien valen la pena.

Un milagro en el aeropuerto

Una pequeña impresión puede ejercer un cambio positivo en la vida de las personas.


Ilustraciones por David Malan.
Cuando era misionero nuevo en Japón, se me dificultaba entender a las personas, y mucho más llegar a conocerlas. Era difícil amar a personas que no conocía, especialmente cuando no podía entender lo que decían. Pero me esforcé por demostrarles mi amor, y apreciaba los esfuerzos que hacían para acercarse a mí.
Cada semana, la hermana Senba, una hermana del barrio, nos daba a mi compañero y a mí una hogaza de pan casero. A fin de demostrar su amor por los misioneros, ella horneaba pan y escribía notitas cortas, pero sinceras.
Me conmovió el hecho de que alguien se preocupara por mí, y sentí la impresión de demostrarle mi gratitud de alguna forma sencilla. Le escribí una notita para expresarle lo agradecido que estaba por ella y por los sacrificios que ella y su familia hacían para ayudar a los misioneros. Nos hicimos amigos, y empecé a considerarla como mi “mamá lejos de casa”.
Pasaron los meses, y un miércoles temprano por la mañana recibí una llamada del presidente de misión, quien me indicó que mi nueva asignación era Okinawa. Cuando colgué, me embargó un sentimiento dulce y amargo a la vez. Me consternaba tener que despedirme. Cada llamada que hice para decirles a los miembros del barrio que me iba al día siguiente me partía el corazón. Despedirme de las personas que había llegado a amar fue más difícil de lo que había imaginado.
Cuando terminé de hacer las llamadas, me di cuenta de que la única que no había contestado el teléfono había sido la hermana Senba. Me sentí triste de no poder despedirme de una hermana que había llegado a querer mucho.
A la mañana siguiente, otros dos misioneros y yo salimos hacia el aeropuerto. Cuando llegamos al mostrador e intentamos comprar los boletos, los empleados nos dijeron que nuestras tarjetas habían sido rechazadas. No teníamos dinero para pagar los boletos y el vuelo salía en 10 minutos. A los tres nos entró el pánico; estábamos por perder el vuelo y tendríamos que pasar el día en el aeropuerto.
Pero todo mi pánico se convirtió en consuelo cuando di la vuelta y vi a la hermana Senba entrar al aeropuerto. Me sorprendió mucho que estuviera allí, ya que ella no sabía a qué hora salía nuestro vuelo. Al apresurarse para llegar a donde estábamos, nos sonrió y nos dio pan a todos para llevar en el avión.
El Señor realmente se vale de medios pequeños para llevar a cabo Su obra.
Cuando le explicamos que íbamos a perder el vuelo, se entristeció. Nadie sabía qué hacer. Luego la hermana Senba empezó a buscar en su cartera, buscando algo que pudiera ayudarnos. Saltó de felicidad cuando encontró un pequeño sobre en su cartera, en el que, semanas atrás, había puesto 50.000 yens: la cantidad exacta de dinero que necesitábamos. Nos dio el dinero y pudimos comprar los boletos a tiempo. Le dimos las gracias con toda la sinceridad de nuestra alma, nos despedimos y nos apresuramos a subir al avión.
Después de que el avión partió, uno de los otros misioneros se volvió hacia mí y me dijo: “¡Ella es increíble! ¡Ése fue un milagro!”.

Fue entonces que me di cuenta realmente cuán milagroso había sido. Entonces me dijo: “¿Qué dice su nota?”. Vi que él estaba leyendo una nota que acompañaba el pan que la hermana Senba le había dado. Al darme cuenta que yo también tenía una, la saqué y leí un pequeño pedazo de papel dirigido personalmente a mí, el cual inmediatamente hizo que los ojos se me llenaran de lágrimas. Decía: “¡Lo quiero mucho! Por favor, no se olvide de mí. ¡Yo nunca lo olvidaré!”.

Misioneros del pan de plátanos

Para estos jóvenes, compartir una rebanada de pan ha sido una bendición en la vida de muchas personas, incluso la de ellos.


Fotografías del barrio, cortesía de Nolfo Zambrano.
Si alguien te ofreciera una rebanada de un delicioso pan de plátano [banana], ¿cómo reaccionarías? Para los jóvenes de un barrio de Ecuador, ésa es la mejor manera de iniciar conversaciones sobre el Evangelio.
Cada dos meses llevan a cabo un día misional en el cual realizan programas de puertas abiertas en diferentes zonas de su barrio de la Iglesia. Se dividen en varios equipos, cada uno compuesto de un joven, un misionero de tiempo completo o uno que acaba de terminar la misión, y un élder o sumo sacerdote. Algunos grupos trabajan bajo un toldo, otros van a contactar personas en el parque y los demás van de puerta en puerta.
Al hablar con alguien, le ofrecen una rebanada de pan de plátano. Cuando la persona la acepta, le dicen que aunque el pan es delicioso y bueno para el cuerpo, los misioneros tienen un mensaje que les nutrirá el alma. Los jóvenes y sus compañeros entonces invitan a la persona a reunirse con los misioneros. De esa manera, han logrado obtener entre 40 y 50 referencias para los misioneros en un par de horas.
Los hombres jóvenes también hermanan a los miembros de su propio quórum. Los sábados se reúnen para una actividad de Hombres Jóvenes y para trabajar en Mi Deber a Dios. Después, visitan a los miembros menos activos del quórum, los animan a asistir a la Iglesia y los invitan a regresar para jugar algún deporte o participar en otra actividad.
De ésa y muchas otras formas, estos jóvenes se están preparando para ser misioneros de toda la vida. Dos de ellos (a la derecha) comparten la manera en que se sienten fortalecidos e inspirados por sus experiencias.
Un cambio gracias al Evangelio


He sido miembro de la Iglesia cinco años. Mis padres no son miembros, pero mi tío Jorge es el presidente de Hombres Jóvenes y ha sido un gran apoyo. También me siento agradecido con mi obispo por su constante apoyo y aliento.
Decidí acercarme a la Iglesia después de uno de los días misionales que efectuaron en el barrio. Fue una de mis primeras experiencias que me motivó a unirme a la Iglesia. Como diácono, maestro y ahora presbítero, mis líderes siempre me han apoyado y animado a participar en todas las actividades de la obra misional. Me encantan los programas de puertas abiertas, donde tengo la oportunidad de compartir con los demás las bendiciones del ser miembro de la Iglesia de Cristo. Lo que me inspira más son las actividades de servicio, donde tengo la oportunidad de prestar servicio a mi prójimo, tal como Jesús nos enseñó.
Hace un año, mis hermanos menores, Luis, de 15 años, e Israel, de 12, se unieron a la Iglesia. Hemos estado trabajando juntos en los proyectos de Mi Deber a Dios, y desde su bautismo hemos compartido experiencias maravillosas. Todos los jóvenes del barrio tenemos una relación estrecha y nos apoyamos mutuamente.
Sé que el bautismo es la puerta para entrar al reino de los cielos. Cuando estamos al servicio de nuestros semejantes, estamos al servicio de Dios (véase Mosíah 2:17). La obra misional bendice a las familias, y sé que mi vida ha cambiado gracias al Evangelio.
Álvaro T., 17 años
Aprender mis responsabilidades


Cuando era diácono, aprendí mis responsabilidades gracias al apoyo de mis padres y líderes y al trabajar con las metas del librito Mi Deber a Dios. Cuando era maestro, aprendí más al ir a hacer las visitas de maestro orientador, al participar en los programas de puertas abiertas en los días misionales, al compartir el pan de plátano, al asistir a la mutual y al participar en actividades de barrio y de estaca.
Ahora, como presbítero, puedo concentrarme más en la obra misional. Al trabajar con el presidente de los Hombres Jóvenes y como asistente del obispo, he aprendido mucho más sobre mis responsabilidades como poseedor del sacerdocio.

Nuestros líderes nos invitan constantemente a ir con ellos y con los misioneros de tiempo completo para que nos familiaricemos con la obra misional. También nos exhortan a leer las Escrituras, especialmente el Libro de Mormón. Todas esas experiencias me motivan y me preparan para recibir el sacerdocio mayor y para servir en una misión de tiempo completo.

Nuestro espacio


Las normas y las amistades
Desde que asisto a la escuela, he tenido amigos que no han entendido las normas morales de nuestra religión. Al principio era difícil, pero, con el tiempo, se han acostumbrado a la idea de que yo me mantendré moralmente limpia. En la vida, establecí la meta de ser limpia y pura, y todo ha resultado bien, tanto para mí como para aquellos que solían criticarme. Con el paso del tiempo, hemos logrado tener respeto, paz y felicidad en nuestro afectuoso grupo de amigos.
Perdonar a mis amigos
Puesto que soy el único miembro de la Iglesia entre mis compañeros, ha habido ocasiones en las que mis amigos me han ofendido. A veces juzgan y critican mi religión y me siento muy solo; sin embargo, estoy agradecido por conocer las normas de la Iglesia.
Si mis amigos me ofenden, trato de ser humilde y evitar la contención, pues sé que la contención es mala. Cuando comienzan a discutir sobre asuntos de la Iglesia, simplemente testifico de mi convicción en el Evangelio.
Siempre perdono a mis amigos, ya sea que se disculpen o no. El perdonar no es simplemente decir que aceptamos la disculpa o que todo está bien, ya que el perdón tiene un significado profundo: Jesucristo expió nuestros pecados para que el Padre Celestial nos pueda perdonar.
Aun cuando mis amigos no comprenden mi religión por el momento, sé que puedo ser un instrumento de Dios para enseñarles el Evangelio; los estoy ayudando a ellos, y al mismo tiempo me estoy ayudando a mí mismo a crecer espiritualmente y a prepararme para servir en una misión.
UNO de mis pasajes de Escritura preferidos

Nuestro Padre Celestial se vale de “cosas pequeñas y sencillas” (Alma 37:6) para adelantar Su obra. José Smith no era una persona importante ante los ojos del mundo, pero Dios lo utilizó para restaurar la Iglesia; y fue una cosa sencilla la que condujo a la Restauración: una oración. ¿Piensas que eres demasiado insignificante para trabajar en la viña del Señor? Ser un buen ejemplo puede ayudar a tu vecino a llegar a ser miembro de la Iglesia. Dios no necesita personalidades importantes, sólo necesita personas que sean fieles y obedientes.

La pureza sexual




A veces, los padres se sienten inseguros cuando surgen oportunidades para enseñar a sus hijos en cuanto a la pureza sexual. No obstante, las charlas sobre este tema pueden invitar al Espíritu y ser útiles a fin de preparar a los hijos para hacer convenios sagrados y guardarlos.
En las páginas 50–51 de este ejemplar, Neill F. Marriott, Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, escribe: “…nuestro Padre Celestial instituyó los poderes de la procreación dentro del matrimonio exclusivamente para fines divinos”. En el Manual 2: Administración de la Iglesia, aprendemos que esos propósitos incluyen “expresar el amor y fortalecer los lazos emocionales y espirituales entre el esposo y la esposa” (2010, 21.4.4). Las sugerencias que figuran a continuación pueden ser de utilidad para enseñar a sus hijos sobre la pureza sexual. A fin de encontrar más ideas sobre la forma de abordar este tema, también puede recurrir al artículo “Cómo enseñar sobre la castidad y la virtud”, de la revista Liahona de octubre de 2012.
Sugerencias para enseñar el tema a los jóvenes.
Con sus hijos adolescentes podría leer: “Creemos en ser castos”, por el élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, en la revista Liahona de mayo de 2013. Invítelos a que hagan preguntas sobre la pureza sexual. Además, para ayudar a contestar las preguntas que ellos tengan, podría utilizar “La pureza personal”, por el élderJeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, de la revista Liahona de octubre de 2000.
El tema del curso de estudios de las lecciones dominicales de este mes para los jóvenes es la expiación de Jesucristo. Podría utilizar los materiales del curso de estudios para enseñarles en cuanto al arrepentimiento que se requiere cuando se cometen pecados sexuales (véase lds.org/youth/learn ). También podrían leer y analizar: “¿Qué debo confesarle a mi obispo y por qué?”, por el élder C. Scott Grow, de los Setenta, de la revista Liahona de octubre de 2013.
En el caso de que hubiese un templo cercano, considere la posibilidad de visitar los terrenos con su familia y analizar la razón por la que debemos conservarnos puros para entrar en él. Podría hablarles sobre las bendiciones que usted ha recibido al adorar en el templo; y podría, además, hacer planes para que su familia lleve a cabo bautismos por los muertos.
Tal vez quiera leer con los jóvenes “La pureza sexual”, en Para la Fortaleza de la Juventud (librito, 2011, págs. 35–37) y destacar las bendiciones que recibimos si nos mantenemos puros. Podría alentar a sus hijos a escribir algunas metas relacionadas con la pureza sexual.
Sugerencias para enseñar el tema a los niño.
Tal vez podría llevar a cabo una noche de hogar en la que utilice láminas de templos para analizar la importancia y la santidad del templo; después, podría explicar que nuestros cuerpos también son templos sagrados.
Lea con sus hijos el decimotercer artículo de fe y hable sobre la importancia de mantener limpios nuestros pensamientos. Haga una lista de algunos libros, películas y canciones que ocuparán la mente con cosas buenas. Tal vez quieran leerlas, mirarlas o cantarlas juntos.
Pasajes de las Escrituras sobre este tema